martes, 5 de noviembre de 2013

LA SOBRECORRECIÓN COMO TÉCNICA EDUCATIVA

La sobrecorrección es una técnica de modificación de conducta que nos puede resultar muy útil para acabar con aquellos comportamientos indeseables y repetitivos, contra los cuales hemos intentado un montón de cosas y ninguna nos funcionó.


niño lipiando un zapato

A veces no sabemos qué hacer cuando nuestro hijo o quizás alumno se pasa de la raya, no nos obedece, rompe cosas, ensucia deliberadamente algún objeto o nos pinta las paredes de la casa. 
Cuando esto ocurre, lo más habitual es que nos enfademos, perdamos los nervios y acabemos gritando o enviándolo a la habitación castigado, pero resulta que con este tipo de castigo no conseguimos que mejore su comportamiento y probablemente éste se vuelva a repetir pasado un tiempo. ¿Qué podemos hacer entonces? ¿No debemos castigar el mal comportamiento de nuestro hijo? ¿Cómo actuamos para que aprenda que no se puede tolerar lo que hace? 
A pesar de que la sobrecorrección es en sí un castigo, éste es uno tipo de castigo muy eficaz, que utiliza consecuencias punitivas basadas en el esfuerzo. Es decir, cuando utilizamos la sobrecorrección, usamos consecuencias naturales para romper con los malos hábitos y para enseñar comportamientos apropiados al mismo tiempo. Por ejemplo, si nuestro hijo de 3 o 4 años tira reiteradamente la comida al suelo, le pediremos que recoja todo lo que ha tirado y nos ayude a limpiar la cocina. 


Se trata de una alternativa muy eficaz en lugar de gritar, regañar, pegar o cualquier otro castigo que se utilice para tratar de hacer que los comportamientos desagradables o difíciles se conviertan en aceptables. 

El objetivo principal de esta técnica es reparar o compensar un "daño" causado por una conducta indeseable, sea tirar comida al suelo, pintar las paredes o agredir a un compañero de clase o hermano.


Formas de aplicación de la sobrecorrección.

Restitución: La utilizamos pidiendo a nuestro hijo o alumno que restaure el daño que ha causado. Se trata de corregir los efectos negativos de la mala conducta, dejando la situación igual o incluso mejor que antes. ¿Cómo la usamos? Por ejemplo si nuestro hijo se ha dedicado a decorarnos con sus dibujos la pared del salón le pediremos que la limpie totalmente. 

Práctica positiva o repetición: En este caso se trata de que nuestro hijo repita una conducta alternativa y positiva a la que ha realizado. Siguiendo el ejemplo anterior, podemos pedirle que dibuje en varias hojas de papel, pero que deberá ir a buscar ella misma. Así vemos como de este modo está poniendo en práctica de manera repetida una conducta alternativa y adecuada.   El mensaje que transmitimos es "se pinta en las hojas de papel y no en la pared".


Estos dos procedimientos, la restitución y la práctica positiva en ocasiones se pueden utilizar de modo combinado o bien solas, dependiendo de las conductas que deseamos suprimir. Utilizadas de manera combinada primero pediremos  nuestro hijo que repare el daño causado y luego que practique la conducta adecuada. 

La sobrecorrección suele funcionar muy bien para eliminar conductas irritantes comunes y hábitos nerviosos graves e incluso en comportamientos agresivos y posiblemente dañinos.

Aplicación de la sobrecorrección

Antes de aplicar la sobrecorrección debemos explicar a nuestro hijo el cambio de normas, es decir, le explicaremos que cuando le veamos realizar "esa conducta indeseable" que tanto nos irrita utilizaremos esta técnica, ya sea en la variante de restitución del daño causado o utilizando la práctica positiva, o ambas.

Si el aviso no funciona, aplicamos la sobrecorrección de forma inmediata, justo después del comportamiento inadecuado. Debemos ser conscientes que la sobrecorrección solo tiene sentido cuando esta se aplica de forma inmediata a la mala conducta.

Cuando aplicamos la sobrecorrección es probable que nuestro hijo se resista, se enoje, llore y patalee. En estos casos debemos obligarlo, cogiéndole de la mano (tranquilamente pero con firmeza) y ayudarle a realizar lo que le hemos pedido. Es importante ignorar la resistencia, los llantos, las rabietas y seguir firme hasta el final. Puede que esto no resulte fácil, lo se, pero como siempre la paciencia es esencial.



A continuación explico paso a paso cómo aplicarla:


  • Obligar, con tranquilidad y firmeza, al niño a deshacer o corregir el daño social o físico.

    • Ejemplos: limpiar la pared, recoger la ropa del suelo, pedir disculpas por morder.

  • Obligar, con tranquilidad y firmeza, al niño a practicar comportamientos positivos.
    • Por ejemplo, si no entra en casa cuando se le llama, le obligaremos a a salir fuera y esperar allí a que se le llame durante diez veces consecutivas.
  • Supervisar la sesión de prácticas positivas, se que esto puede requerir un tiempo, pero la inversión merece la pena.
  • Si es preciso utilizar las manos para guiarle lo hacemos. Si el niño se resiste a practicar, hay que ayudarle a realizar las acciones correctas con las manos. Si no quiere recoger los juguetes, lo tomaremos de las manos y las guiaremos, recogiendo los juguetes y depositándolos en el lugar correcto. Se deben ignorar llantos, rabietas o resistencias. Crucial mantenernos tranquilos pero firmes hasta que la tarea termine o el niño empiece a hacerlo solo.
  •  Elogiar y reforzar el esfuerzo tras realizar correctamente la conducta. A medida que el niño empiece a comportarse mejor y se necesite menos practica, hay que hacerle saber lo bien que lo está haciendo. Debemos elogiar en abundancia o darle una pequeña recompensa por sus progresos.

En la mayoría de los casos, ésta es suficiente motivación para que hasta los niños más rebeldes dejen de escribir en las paredes. Esta técnica es eficaz tanto con niños pequeños como con más mayores.

Información extraida del blog : " Mi mamá es psicóloga infantil"

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